La postal perdida de Alan Mathison Turing
¿Antes que yo o después que yo? ¿O estabas en otro lugar? El vendaval implacable que nos arrastra jugó con nuestras vidas como con dos pequeñas hojas secas que no pueden importar al dueño del jardín, meros figurantes en el gran teatro de la Vida, adornos irrelevantes del atrezzo, superflualidad de relleno en lo superfluo de una obra sin sentido. Te escribo para intentar engañar a mis sentidos, para intentar sentir, de alguna manera, que el humo de esta postal inútil y desesperada atraviesa por fin la membrana perversa que siempre nos ha separado, tú a un lado y yo al otro, y acaricia levemente tu rostro o susurra por un instante en tus oídos, alcanzando de alguna manera tu percepción. Simplemente, hola. Hola y adiós. Que sepas que yo también te amé a ti sin conocerte, separados como estaremos siempre por el tiempo y el espacio. Separados, sí, pero unidos por el cordón umbilical de un amor que nos entrelaza por encima de los abismos, un hilo invisible, triste y fuerte que ningún vendaval puede romper, que las espadas de fuego de los ángeles guardianes del Paraíso no podrán cortar jamás. Yo no he leído tu postal ni tú leerás la mía, aunque no importa: ambos lo sabemos todo ya. Siempre lo hemos sabido. Hola y adiós, mi amor. Sólo quería decirte, antes de partir, una vez más, que te amo.
Alan
Alan
Comentarios