In Persecutione Extrema

A veces sueño que en agosto de 1943 una anodina mujer de cabellos grises recibe extrañas, frecuentes y muy discretas visitas en su pequeño cottage, no lejos de York. Sueño que aunque es viuda y abuela de tres nietos, es la papisa in pectore de la Iglesia Católica y la dirige en medio del mayor de los secretos desde que entró en vigor la abdicación automática de Pío XII, tal y como estaba previsto si éste caía alguna vez en manos de los nazis. Sueño que el Papa había sido capaz de condenar el nacionalsocialismo alemán y de excomulgar públicamente a Adolf Hitler, a pesar de ser consciente de lo que ello significaría. A veces sueño que se aceptó ofrecer unas vidas por otras, unos muertos por otros, y que la política que se siguió no fue la de esquivar el martirio ofreciendo en holocausto a los demás. A veces sueño que en vez de intentar evitar males mayores se intentaron conseguir bienes mayores y que desde la clandestinidad se dieron órdenes para resistir, aunque miles de sacerdotes y monjas tuvieran que afrontar el riesgo de perder sus vidas en el esfuerzo heroico de intentar salvar las de muchos inocentes. A veces cierro los ojos y prefiero imaginar que todo esto ocurrió así en vez de recordar las tres sacas de documentos que Sor Pascalina Lehnert destruyó el día de la muerte del llamado Pastor Angélico. Posiblemente yo no hubiera creído ni aun así en esta Iglesia, pero la habría podido respetar. Pero como de costumbre, lo único que ocurre es que yo a veces sueño.

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