Uno en la carretera

 
 
"Se han ocultado ya
las Pléyades, la luna: mediada está la noche,
la hora propicia se escapa,
yo duermo sola."

Safo

Se ha desvanecido ya la poca ternura que me fue asignada. Mi Luna y su magia me han abandonado. De repente descubrí que queriendo llegar al mediodía me encamino hacia el atardecer. Sí, yo también duermo solo. Pasan las horas propicias, pasan los años propicios, y yo vivo solo. Yo camino solo y yo moriré solo. Pasa la juventud y va dejando un polvo seco y amargo sobre la superficie de vagas esperanzas, como el residuo de ilusiones evaporadas por un vendaval de realidad. No hay aventura para mi. La vieja renta se agota. No hay rastro de la quimera y no debería sorprenderme porque siempre he sabido que yo sería uno en la carretera y no dos.

Abierto está el paquete que contenía el regalo. Ya no hay engaño posible. Descubro lo que es, y debo responder con la aceptación. ¡Qué más da! En el fondo de mi corazón no ignoro que me falta lo mismo que me sobraría si lo tuviese. No debo lamentarme: a más libertad más soledad. Camino y caminaré solo, así es y así debe ser. Debería aprender a vivir su grandeza sin autocompasión. No hay nadie aguardando a la vuelta de la esquina y lo sé, aunque desee lo contrario. Me lo había negado a mí mismo muchas veces, pero no me puedo engañar. Los sueños no engañan.

A veces me miro en el espejo y me contemplo mientras me peino lentamente. Y sé que el tiempo propicio pasa y me abandona, como yo le abandono a él.

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