¿Oiga...?



Transcripción parcial de la histórica llamada telefónica a Viena de Adolf Hitler el 13 de febrero de 1938, desde el Nido del Águila, en Berchtesgaden (Baviera), con el objetivo de preparar con Arthur Seyss-Inquart el Anschluss de la república de Austria al Tercer Reich alemán:


  • HITLER: Halifax me ha garantizado que Gran Bretaña no supondrá un obstáculo a la anexión de Austria al Reich.
  • SEYSS-INQUART: ¡La hora en que se han de cumplir nuestros deseos está a punto de llegar, mi Fürher!
  • HITLER: Así es. He sido designado por la Providencia para la creación de un gran Reich alemán, y no permitiré que nada ni nadie se cruce en nuestros designios. Y menos que nadie ese pobre mamarracho de Schuschnigg. ¿Pero quién se ha creído que es? ¡Le aplastaré, sí! ¡Le aplastaré sin compasión ni piedad!
  • SEYSS-INQUART: ¡Aguardamos sus órdenes, mi Führer!
  • HITLER: Muy pronto el general Keitel recibirá la orden de cruzar la frontera al mando de varias de nuestras divisiones. Pero antes es preciso que usted y sus hombres hayan completado las instrucciones que se les dieron. No es momento de tibiezas, no lo olvide. Debe actuar con toda resolución.
  • MUJER 1: ¡Otra vez él! Ya te dije, Nicoletta, que este loco nos volvería a molestar.
  • HITLER: ¿Eh? ¿Quién habla?
  • SEYSS-INQUART: Aguardo sus órdenes, mi Führer.
  • MUJER 1: Por lo menos hoy no está con esa mujerzuela de otras veces. ¡Vergüenza debería darles! ¿Te acuerdas, Nicoletta? “Oh, Eva, no sabes cuánto desearía morder tus pezones turgentes...”. Puaj, igualito que un cerdo en celo. ¡Qué falta de pudor! Especialmente el de ella, que debe de ser una golfa, eso no lo dudes, porque ninguna mujer decente se permitiría ponerse a...
  • HITLER: ¡¡Quién demonios es usted!! ¡Cuelgue inmediatamente!
  • MUJER 1: ¡¿Cómo se atreve a gritarme y a hablarme...
  • SEYSS-INQUART: Mi Führer, parece que hay interferencias.
  • MUJER 1: ...en ese tono?! ¡Cuelgue usted y salga de mi conversación!
  • HITLER: ¡Usted no sabe con quien está hablando!
  • MUJER 1: Pues claro que lo sé, con un grosero de la peor clase.
  • HITLER: ¡Se lo digo por última vez, señora! ¡¡¡Cuelgue el teléfono!!!
  • MUJER 1: ¡Cuélguelo usted, mequetrefe!
  • MUJER 2: ¡Bien dicho, Grete!
  • SEYSS-INQUART: ¡Esto es inaudito, mi Führer!
  • HITLER: ¡Que venga Günsche inmediatamente! ¡Otra vez hay interferencias en la línea!
  • SEYSS-INQUART: Señora, le ruego que cuelgue el teléfono. Ya sé que usted no tiene la culpa, pero le aseguro que está interrumpiendo una comunicación de la mayor importancia para el destino de Alemania. Si es usted alemana, si ama, ni tan siquiera un poco, a su país, yo le pido, señora, que despeje la línea.
  • MUJER 1: Mire joven, no sé quien es usted, pero lo cierto es que yo estaba hablando con mi cuñada Nicoletta tranquilamente cuando ustedes nos han interrumpido sin la más mínima consideración. Además, señor mío, debería usted saber que esta línea es exclusivamente para llamadas personales y no personales o cualquier otro tipo de llamada, de modo que tenga la amabilidad de colgar inmediatamente, por favor.
  • SEYSS-INQUART: Discúlpenos, señora. No deseo que piense que somos un par de gamberros importunando a dos honradas ciudadanas. Nosotros también hemos sido víctimas de este mal funcionamiento de las comunicaciones, eso es todo. No es culpa nuestra, y es obvio que tampoco ustedes son las responsables de este pequeño problema. Sólo querría hacerles ver la urgencia extrema de la conversación que han interrumpido involuntariamente, y pedirles, suplicarles, que despejen la línea para que podamos terminar una conversación de la mayor importancia. ¡Apelo a su patriotismo, señoras! Les juro por mi honor que se trata de un asunto de la mayor trascendencia para Alemania. ¡Por favor, despejen la línea!
  • MUJER 1: ¿Se cree que somos tontas o qué? ¡De ninguna manera! A otra con esa martingala.
  • SEYSS-INQUART: ¡Señoras, por lo que más quieran! ¡Ustedes no pueden entenderlo!
  • HITLER: ¿Todavía están ahí? ¡Mi paciencia se está acabando!
  • MUJER 1: Aquí la única paciencia que se acaba es la nuestra, señor mío. ¡Métanse en sus cosas y déjennos hablar en paz, que no hacemos mal a nadie!
  • HITLER: Mire, señora. Se lo voy a explicar razonablemente por primera y única vez. Están interrumpiendo una conferencia entre Berchtesgaden y Viena. Las comunicaciones aquí son todavía muy precarias y desgraciadamente se producen estos molestos cruces de líneas. Comprendo que estén sorprendidas y molestas, y les aseguro que he dado instrucciones para que esta situación intolerable no vuelva a producirse. Y ahora les pido que se hagan cargo de la importancia de la conferencia que estoy manteniendo y despejen la línea. No dudo de que si cuelgan y vuelven a llamar dentro de unos minutos podrán seguir conversando sin ninguna interferencia. Les ofrezco mis disculpas. Adiós.
  • MUJER 1: De eso nada. Cuelguen y vuelvan a llamar ustedes, si tan importante es su conversación. Yo estaba hablando tranquilamente con mi cuñada Nicoletta sin meterme con nadie cuando de pronto...
  • SEYSS-INQUART: ¡Dios mío!
  • HITLER: Querida señora, ¿me permite conocer su nombre completo para saber a quién tengo el honor de dirigirme?
  • MUJER 1: No, no se lo permito.
  • HITLER: Pues yo sí que voy a permitirle conocer el mío. ¡Yo soy Adolf Hitler!
  • MUJER 1: ¡Y yo Cleopatra! ¡Cuelgue ahora mismo, granuja!
  • HITLER: ¡¡A usted sí que la voy a colgar yo, gallina chocha!!
  • MUJER 1: ¿Cómo dice, soplagaitas?
  • HITLER: ¡¡Günsche!! ¡¡Günsche!! ¡Que localicen el origen de esa llamada, cueste lo que cueste!
  • MUJER 1: ¡Por Dios, qué gritos! ¿De qué instituto frenopático se habrá escapado este orate?
  • HITLER: Ejem, ejem. Le ruego que disculpe mi anterior brusquedad, queridísima señora. No puede ni imaginarse cuánto lamento las molestias que sin duda le estamos causando. Desearía poner en conocimiento de la compañía telefónica nuestra común indignación ante la baja calidad del servicio que sus clientes hemos de padecer. Si usted tuviera la amabilidad de proporcionarme su nombre y su dirección yo estaría encantado de llevar adelante las gestiones necesarias para que se subsane para siempre nuestro pequeño problemilla. O incluso mejor: si usted lo desea, será para mí un inmenso placer tener la ocasión de ponerla en contacto con la policía, o, mejor aún, con la Gestapo, para que se pueda encontrar lo más rápidamente posible una solución final a esta molesta cuestión.
  • MUJER 1: Para eso no hace falta llamar a la policía. La solución es bien simple: cierre el pico y despeje la línea.
  • HITLER: ¡Por todos los demonios del infierno!
  • MUJER1: ¡Cuidado con decir blasfemias, desvergonzado! ¡Ah, qué gran cachete le daría yo, si pudiera!
  • HITLER: ¡No puede ni imaginarse lo que yo le daría a usted, si pudiera!
  • MUJER 1: Pues me conformo con no tener que oír sus desagradables alaridos. Cuelgue el teléfono y váyase a paseo durante un buen rato.
  • HITLER: ¡¡Viejarrona deslenguada!! ¡¡Perra!!
  • MUJER 1: ¡¿Qué me ha llamado?! Sepa usted, so energúmeno, que yo no soy tan deslenguada como usted cretino, ni tan vieja como usted imbécil. Si su señora madre le hubiera arreado una buena bofetada a su debido momento a lo mejor no habría ahora un medio hombre al otro lado del teléfono insultando de esa manera a una dama como yo.
  • MUJER 2: ¡Bien dicho, Grete!
  • HITLER: ¡¡Aghhh!! ¡Que venga el doctor Morell!
  • MUJER 1: En fin, Nicoletta, como iba diciendo antes de ser tan groseramente interrumpida por ese par de pollinos, resulta que yo añado el sofrito a los Schupfnudel en el último momento porque les da mejor sabor, y después...
  • SEYSS-INQUART: ¡En la vida he visto una cosa igual!
  • MUJER 1: ¿Pero cómo? ¿Está usted ahí todavía, so meticón, escuchando conversaciones privadas que no le atañen?
  • SEYSS-INQUART: ¡Cuánto daría yo por tenerla entre mis manos, para romperla como si fuera de papel!
  • MUJER 1: ¿Lo ves, Nicoletta? Son un grupo de pervertidos. Ahora resulta que me quiere tener entre sus manos para sobarme la piel.
  • SEYSS-INQUART: Creo que la odio...
  • MUJER 2: En fin, Grete, así no hay quien hable. Con el bobales éste de por medio no hay manera de conversar tranquila.
  • MUJER 1: Mire, joven, me está usted empezando a caer un poquito gordo. Haga como su amigo el retozón y desaparezca ya mismo.
  • SEYSS-INQUART: ¡Esto no quedará así, créame!

    [Cuelga de un porrazo]


  • MUJER 1: ¡Uf! Menos mal que colgó, Nicoletta. ¡Menudo pelmazo!
  • MUJER 2: ¿Sabes qué, Grete? Me da que sí que era él.
  • MUJER 1: Pues claro, mujer. Ya lo sé. Me lo he pasado muy bien. Bueno, ahora te tengo que dejar. Mañana te llamo y charlamos otro ratito, ¿vale? A ver si tenemos suerte y nos los cruzamos otra vez. Un beso bien fuerte, Nicoletta. Adiós.
  • MUJER 2: Adiós, Grete, adiós.


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