Pronunciamiento mágico-instantáneo exprés



Como dije en mi entrada anterior, se da el caso de que soy funcionario de la Generalitat de Catalunya. En concreto, trabajo desde hace años en el Departament de Cultura de la Generalitat (sí, sé que no debería ir revelando datos personales, pero en estas circunstancias lo quiero hacer). Cuál no sería mi sorpresa al leer en un artículo de hoy del diario El País que “la asamblea de trabajadores del departamento de Cultura decidió” no recocer la autoridad que pueda provenir del órgano colegiado que en el futuro pueda sustituir al actual Govern independentista de Carles Puigdemont, si el Senado aprueba finalmente la aplicación del artículo 155 de la Constitución que en estos momentos se tramita. 

Yo, que trabajo en ese Departament, no recuerdo haber dicho nada ni haber sido consultado al respecto. Pero resulta que, de creer lo que se publica en la prensa, eso ya ha pasado. No sólo lo ha publicado como un hecho cierto el diario El País, sino que también puede leerse en otros medios, como éste, o éste. 

Pues bien, después de hacer preguntas hoy, resulta que la historia es más o menos (hasta donde yo he podido saber) la siguiente: al parecer se celebró lo que los interesados han venido en llamar una reunión “espontánea” (sic) de trabajadores (entre 100 y 150 como máximo). Es decir, algunos de ellos, por su cuenta y riesgo, y sin avisar a los demás (puedo jurar que los demás no sabíamos nada ni lo hemos sabido hasta que ya circulaba por los medios de comunicación), se reunieron al parecer en el edificio de la Filmoteca de Catalunya, y allí, tranquilamente, declararon muy solemnes que no obedecerían bajo ningún concepto las normas provenientes de la aplicación constitucional del artículo 155. Una vez que tomaron su muy espontánea decisión la hicieron pasar por una decisión colectiva del conjunto de los trabajadores y la hicieron circular por la prensa. Voilà. Ni más ni menos. Ya tenían titular. 

He aquí en acción, como en otras muchísimas cosas, a los que han repetido hasta la saciedad que España es una democracia de baja calidad (e incluso un simple estado autoritario y represor) mientras se presentan a sí mismos como representantes de unos valores democráticos mucho más maduros y profundos. Y así hasta la saciedad.






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