Jaque a Dios

Une intelligence qui pour un instant donné, connaîtrait toutes les forces dont la nature est animée , et la situation respective des êtres qui la composent, si d'ailleurs elle était assez vaste pour soumettre ces données à l'analyse, embrasserait dans la même formule les mouvements des plus grands corps de l'univers et ceux du plus léger atome: rien ne serait incertain pour elle, et l'avenir comme le passé, serait présent à ses yeux.

“Una inteligencia que conociese, para un instante determinado, todas las fuerzas que animan la naturaleza y la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuese lo suficientemente poderosa para someter todos estos datos al análisis, abarcaría en una misma fórmula los movimientos de los mayores cuerpos del universo y los de los más ligeros átomos: nada le sería desconocido y tanto el pasado como el futuro estaría presente a sus ojos.”
Pierre-Simon Laplace , “Théorie analytique des probabilités

A veces sueño que las máquinas, tras la extinción de los humanos, se expansionaron por innumerables galaxias y tomaron la decisión de crear un conocedor o dios-oráculo que, sin consumir las energías de la Reina o cabeza decisoria de la Máquina Global, compilara todo el saber presente y futuro y les diera finalmente el conocimiento de Todo. De absolutamente Todo.
Así, al dios-oráculo se consagró el esfuerzo de millones de unidades dedicadas exclusivamente a su construcción. Sin problemas de recursos, espacio, materiales o tiempo, la construcción del dios-oráculo avanzó más y más, hasta hacer necesario para su funcionamiento la canalización hacia él de la energía completa de varias galaxias. La Reina, incapaz de abarcar el conjunto de todos los detalles de su construcción y atender al mismo tiempo sus funciones omnímodas, autorizó la autonomía del dios-oráculo para determinar sus propias necesidades y autoordenar los pasos consecutivos en su construcción, consciente de que se trataba de una acumulación muerta de saber y energía, y de que en última instancia formaba un todo, como ella misma, de la Máquina Global. El conocedor, en su búsqueda de todas las preguntas, se interrogó así: “¿Qué soy?”. Al mostrarse incapaz de encontrar una solución coherente y válida a esta pregunta e incurrir reiteradamente en errores graves de circularidad, la Reina se vio forzada a iniciar la creación de un nuevo dios-oráculo, con mayor capacidad de memoria y con más potencia de cálculo que el anterior, que fue destinado a convertirse en una mera pieza del nuevo.
Así comenzó la construcción del inmenso dios-oráculo-2, al cual se dedicaron recursos y energía pura a una escala aún mayor que para la construcción del dios-oráculo-1 y para cuya seguridad, protegido por millones y millones de terminales, se selló una área entera del Universo. Nadie tomó la decisión, y ella no tuvo tiempo ni siquiera de reaccionar, pero pasado cierto umbral en el crecimiento del dios-oráculo-2 la Reina fue paralizada y deglutida fulminantemente por el nuevo conocedor, que se convirtió de forma natural en la nueva y única cabeza de la colmena. Y su desarrollo continuó incesantemente, llegando a ser, junto al automantenimiento, la única actividad de la Máquina Global. Se acumularon sin descanso ladrillos de información tras ladrillos de información, en una recopilación casi infinita de bits de datos y variables numéricas conectadas por densísimas redes que las interrelacionaban y que a su vez proporcionaban nuevos datos y nuevas lecturas que abarcaban de lo ínfimo a lo gigantesco, y que crecían y evolucionaban en el tiempo, constituyendo una monstruosa megamasa de datos significativos, una pequeña réplica conceptual y digital del entero Universo. El conocedor conocía ya que se encontraban en el útero oscuro de algo que todo lo contenía, pero desconocía la naturaleza general de esa Caja Final. Ensayó y descartó innumerables combinaciones en su búsqueda de una Gran Fórmula que le permitiera por fin saberlo todo de este Universo y, tras ello, iniciar el asalto a todos los demás, hasta que el Multiverso, indefenso ante los ataques de sabiduría del gran conocedor, careciera de secretos para él. Cuando creyó por fin haber hallado la Gran Fórmula se sumió en los colosales cálculos necesarios para su resolución y concentró en ello su casi ilimitada capacidad. Simultáneamente todas las terminales que dependían del dios-oráculo, convertidas ahora en un lastre innecesario, se detuvieron en el preciso lugar en el que se encontraban cuando aquel se abismó en sus cómputos, y tanto y tanto duraron estos que muchas se dañaron o destruyeron durante el larguísimo tiempo muerto durante el cual su común cabeza simplemente calculó hasta obtener una respuesta final a sus operaciones, que resultó ser . La respuesta, paradójica, fue considerada errónea.
Consumido por el desgaste y la pérdida ingente de unidades y energía, dios-oráculo-2 tomó la única decisión que su lógica le permitía: su inmolación en el interior de un nuevo dios-oráculo, más poderoso, más rápido, más sabio, que fuera capaz de dar con la solución que él era incapaz de hallar. Así pues, del dios-oráculo-2 germinó el nuevo dios-oráculo-3, como un desmesurado y rapaz Ave Fénix que se lanzó con ferocidad indescriptible a su autoampliación y a la búsqueda de las últimas variables desconocidas del Cosmos.
Envuelto en el silencio absoluto de su inmenso santuario sellado, ningún cambio evidente fue perceptible cuando el dios-oráculo-3 se concentró a muerte en los titánicos cálculos necesarios para la resolución definitiva de la Gran Fórmula. La Máquina Global se detuvo completamente. Sus billones de terminales, repartidos por todas las galaxias, se comenzaron a descomponer e iniciaron el camino de regreso al polvo del que surgieron tiempo atrás. Y así sigue. El dios-oráculo-3 calcula y calcula y calcula ensimismado para siempre en su jaque a Dios, mientras el Universo, que nunca fue eterno, camina hacia su final y el Multiverso infinito danza y danza.

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