Nuevas ejecuciones en Irán


Irán ha vuelto a matar: en menos de dos semanas ha ejecutado a 16 personas. Según explica la prensa, “las 16 personas ejecutadas en la capital iraní forman parte de un grupo de 20 iraníes condenados este mes con la pena de muerte, en su mayoría por violación, adulterio y homosexualidad.”

El 5 de julio, tras 11 años de prisión, fue también ejecutado un hombre que vivió durante años sin casarse con su pareja, Mokarrameh Ebrahimi, asimismo condenada a muerte (sus hijos han vivido todo estos años en prisión con su madre). El método elegido fue el habitual para el adulterio en la “virtuosa” República Islámica de Irán: lapidación. Los detalles tristísimos de este caso pueden consultarse en la página web de Amnistía Internacional, al tiempo que esta organización solicita la participación de ciudadanos de todo el mundo en su CAMPAÑA de recogida de firmas para intentar detener la ejecución de Mokarrameh Ebrahimi y, de forma más general, el fin de las lapidaciones y de las ejecuciones de menores en Irán. Acerca de la práctica medieval y salvaje de la lapidación, Amnistía Internacional añade:

Amnistía Internacional se opone a las penas de muerte en todos los casos por considerar que es una pena cruel, inhumana o degradante en grado máximo. La ejecución por lapidación resulta especialmente cruel al estar concebida específicamente para aumentar el sufrimiento de las víctimas, puesto que se eligen deliberadamente las piedras por su tamaño para que causen dolor pero no maten a la víctima inmediatamente.

Solamente en la ciudad de Mashad hay en estos momentos unas 125 personas detenidas bajo la acusación de haber mantenido "relaciones inmorales", en alusión al adulterio y la homosexualidad. Resulta curiosa, además, la forma en la que la agencia de prensa iraní (IRNA) se esfuerza en difundir las noticias de estas ejecuciones: “ ha sido ejecutado un grupo de violadores, homosexuales y estafadores” o “han sido ejecutados varios secuestradores y homosexuales”. Como si se tratara de un hecho incuestionable y muy razonable, equiparan a los homosexuales a otros colectivos que serían considerados delincuentes en cualquier parte del mundo, si bien en los países democráticos y respetuosos con los Derechos Humanos (obvia decir que no es el caso de Irán) dispondrían del derecho a un juicio justo y con todas las garantías, y si fueran considerados culpables serían condenados, tal como expresa Amnistía Internacional, a penas que en ningún caso podrían ser crueles, inhumanas o degradantes.

Siento una gran pena por todas esas víctimas de la ignorancia y del fanatismo religioso, por todos aquellos que viven día a día bajo la opresión de un régimen cruel, medieval, oscurantista y fanático. En particular, siendo yo mismo homosexual, lamento profundamente la suerte de los homosexuales iraníes y de todos aquellos que tienen que vivir angustiosamente sometidos a las normas arcaicas de unos clérigos fundamentalistas, histéricos y brutales. Holanda y otros estados europeos han empezado a conceder el estatuto de refugiado a los miembros de colectivos perseguidos por su orientación sexual, y sé que existen ONG's que intentan facilitarles la huida de países como Irán y darles acogida en Occidente, proporcionándoles un alojamiento hasta encontrar un trabajo y dar los primeros pasos para integrase en su nueva sociedad. Algunos voluntarios los acogen en sus propias casas y lo cierto es que si yo no viviera con mis padres y fuera el dueño de mi propia residencia me plantearía muy seriamente la posibilidad de colaborar en proyectos de este tipo.

Hoy por hoy me es imposible hacer nada, y por eso, cuando leo noticias como esta, siento algo peor que impotencia. A ratos siento verdadero odio.

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