Pequeña oración

Si existes, no te tomes a mal mis deseos. Si existes, seguro que sabrás tener un poco de paciencia más conmigo. Eso debe ser fácil para ti. Puede que sea injusto, pero a veces siento que me has dado tan poco de las cosas que importan que, si quisieras, podrías compensarlo fácilmente con tan sólo un poquito más de tu paciencia.

No te importaría, Señor, que un día de algún año, un poco antes de las cinco de la tarde, o tal vez cerca de la medianoche, me dirigiera en mi casa solitaria hacia la cama de mi madre y me tumbara, sereno y en silencio, allí donde Tú me separaste de ella. No te ofendas, Señor, si mi viaje de búsqueda lo emprendo yo, sin ser llamado por ti o siéndolo así. No me castigues por mi osadía: ya sabes que siempre amé viajar. Querría pedirte que cuando la oscuridad sea ya completa, accedas a iluminarla de pronto con la presencia de mi madre. No tengas prisa por hacerme comparecer ante la Luz de tu Rostro. Déjame primero ver el de ella, sentir un beso suyo en mi mejilla, oír otra vez su voz. Simplemente, déjame así verte a Ti.

Entradas populares