Fracisco Umbral ha muerto
“Las uvas doradas”. Es el título del último artículo que intentó escribir desde el hospital, ya en agonía, Francisco Umbral antes de morir. Su esposa apenas pudo entender ninguna otra palabra. Al parecer, era una expresión que utilizaba Umbral para referirse a la juventud y a la plenitud de la vida. No pudo acabar ese artículo.
Ha sido uno de los más grandes autores en lengua española de todos los tiempos y, sin embargo, es prácticamente desconocido en el resto del mundo, parece ser que debido a las dificultades que ofrece la traducción de su prosa. Es curioso, pero en estos momentos tengo junto a mí “ Amado siglo veinte”, uno de los libros que escogí para leer durante estas vacaciones. Pienso que de momento no lo leeré. Los grandes escritores o están vivos o son inmortales. Los recién fallecidos no me parecen la lectura más apetecible. En cualquier caso, Umbral pertenece con seguridad al segundo grupo. Ha sido, junto a Saramago, Vargas Llosa y Naguib Mahfuz uno de mis autores favoritos y algunas de sus obras como “La noche que llegue al Café Gijón” no se borrarán jamás en mi memoria. Ahora que ha muerto, ¿qué puedo decir? Solamente se me ocurre: “Gracias, Umbral”.
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