I love Vueling




De todas las compañías con las que he volado, aquella por la que siento la mayor simpatía es sin duda Vueling. En el momento del vuelo, todas son más o menos parecidas: las hay más formales, como la reciente Austrian Airlines, y las hay algo más próximas, por decirlo de alguna manera, como la propia Vueling. Las hay que todavía incluyen alguna clase de refrigerio gratuito a bordo, como British Airways, y las hay que no te dan ni un caramelo a no ser contrarembolso. Pero todo esto es más o menos irrelevante a la hora de emprender un viaje.

Lo realmente importante siempre acaba recayendo en el precio, los horarios que puedes escoger y los aeropuertos de los que y a los que se vuela. En este sentido, para alguien que reside en Barcelona, Vueling es posiblemente la primera opción. Nunca (excepto en una ocasión, retornando de París) he tenido ningún problema como cliente de esta compañía, y por el contrario, he descubierto que gracias a ella mis posibilidades de viajar se multiplicaban.

Para alguien como yo, Vueling tiene la piedra filosofal: entre sus destinos están varias de mis ciudades preferidas, los horarios de ida y vuelta acostumbran a ser aquellos que más me convienen (ida a primera hora de la mañana y regreso al final de la tarde, para aprovechar al máximo las estancias fuera) y los precios, especialmente cuando ofrece ofertas o se compra con suficiente antelación, parecen salidos de mi imaginación y no del libre mercado.

Recientemente me han enviado una encuesta para que exprese mi grado de satisfacción como usuario y para preguntarme adónde desearía volar si pudiera elegir nuevas destinaciones: ¡qué difícil de contestar con brevedad a eso! Realmente no recuerdo que fue lo que contesté: Nueva York, Viena, Londres, Berlín, Estambul, Atenas... La simple lista me aceleraba los latidos del corazón.

Yo ya no pido que incrementen los destinos (aunque lo deseo y lo espero), ni siquiera que bajen los precios: me conformo con que continúen como hasta ahora. Porque para mí, la posibilidad de usar esta compañía (y otras de bajo coste) supone ni más ni menos la posibilidad de viajar con frecuencia, y, por lo tanto, de llevar una vida parecida a aquella con la que sueño.

Acabo de releer lo que escribo y parece publicidad a favor de la compañía. Pues no lo es: es mi sentimiento sincero de agradecimiento a las posibilidades que la vida me ha ofrecido bajo el nombre de Vueling.

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