El túnel (II)

Ya encontré el pasaje exacto que me impresionó de El túnel. Obviamente, en la adaptación teatral se repetía literalmente. Dice así:

He pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No sólo imágenes: también voces, gritos y largos silencios de otros días. Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos: ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.

El mar está ahí, permanente y rabioso. Mi llanto de entonces, inútil; también inútiles mis esperas en la playa solitaria, mirando tenazmente el mar. ¿Has adivinado y pintado este recuerdo mío o has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y como yo?


Ernesto Sábato, El túnel (XV)

El pasaje corresponde, dentro del libro, a una carta que María Iribarne remite al pintor Juan Pablo Castel, con quien mantiene una relación que comienza ante un cuadro representando una mujer frente al mar. Su significado depende, por tanto, del argumento de la novela y, concretamente, de la naturaleza de sus personajes (en este caso, de María) y de su relación enferma. Pero, de una manera más amplia, habla de una cierta actitud ante la vida, o mejor, de una cierta percepción de ella. ¿Habla o caricaturiza? ¿”Caricaturizar” es el verbo que describiría el contenido?

Aquí se lleva un paso más allá la tendencia a traer hasta el presente los recuerdos del pasado, al punto de que el mismo presente es la toma de conciencia del nacimiento del recuerdo. Una vida sustituida por la fabricación de los recuerdos.

Expresado de esta manera refleja una auténtica enfermedad, pero apunta hacia algo que en mayor o menor grado todos hemos hecho en algún momento de nuestra vida, consciente o inconscientemente. ¿Quién no ha creído en algún momento que aquello que estaba viviendo sería algo que recordaría por siempre?

En cierto sentido mi blog es una práctica de esta paradoja, en la cual el presente se intenta transformar en algo a lo que se podrá volver en el futuro, aunque hasta el día de hoy prácticamente no lo he hecho y tal vez no lo haga nunca. Supongo que es mejor vivir sin mirar atrás, aunque yo no soy capaz de adaptarme a esa idea, como no soy capaz de dejar de mirar hacia adelante. Creo que esa es una de las razones por las que escribo mi blog, para dejar abiertas las puertas que pueden permitir un falso retorno hacia lo que ya no existe. No importa que no lo puedas hacer, lo que importa es que de la impresión convincente de que se puede lograr algo parecido. Volver y recordar, y escribir y pensar que, al igual que María Iribarne, construimos futuros recuerdos. Aunque sólo tengamos el presente.

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