Vivir con miedo

Hoy había sido un buen día, entre otras cosas porque había asistido a mi primera clase de chino, algo que hace mucho tiempo que deseaba empezar. En teoría, en la Escuela Oficial de Idiomas los estudios de chino están estructurados para desarrollarse a lo largo de siete años, hasta llegar al nivel que permita expresarse con soltura en esa lengua. Yo ya sé que, independientemente de que se me de bien o mal, no llegaré a terminar (al menos en un futuro previsible) esos estudios. Lo que no sabía es que es posible que ni siquiera termine el primer año.

La memoria de mi padre se deteriora cada vez más. Esta tarde ha vuelto a casa a eso de las 8, llorando porque se perdió en la calle y solamente consiguió volver con la ayuda de otras personas que le pusieron en el autobus adecuado.

Hace ya varios años que vivo con miedo y angustia, y lo de hoy me ha recordado lo cerca que estoy de entrar en un período muy negro, que además no puede acabar bien. No solamente acabaré perdiendo a mis padres, sino que todo el proceso será penoso y terrible, si Dios no lo remedia. Y no tengo muy claro cuál sería el remedio. Lo mejor que me puede pasar es que todo avance muy lentamente (casi no me atrevo a soñar con que se estanque) y pueda ir robándole tiempo a la desgracia.

Si no ocurre así, no tan sólo se acabarán mis viajes, sino que ni siquiera podré salir de casa por las tardes o ir de concierto los fines de semana, como habitualmente. Me quedaré confinado en casa dedicado a cuidar a mis padres, a los que tendré que dedicar la mayor parte de mi tiempo.

Si llegamos a esto, los únicos consuelos que se me ocurren son los libros e Internet. Cada vez siento más angustia y me da miedo el futuro. Es realmente terrible vivir con miedo.

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