Ciao, Roma

He regresado esta noche de Roma y ya la echo de menos. Ha sido un viaje magnífico, a pesar de que el lunes llovió a mares y de que tal vez no lo organicé demasiado bien. En general, no estoy completamente descontento con las fotos; ya las pondré aquí más tarde.

Es curioso lo que, en ocasiones, he llegado a echar de menos el blog. He pensado en muchas cosas y me hubiera gustado escribirlas. Con algo de tiempo, lo iré haciendo en el futuro. Esto de los blogs se vuelve realmente adictivo.

Aquí en mi casa, las cosas siguen mal y me preocupan cada vez más. Tengo la sensación de que este puede haber sido mi último viaje largo (si es que una semana se puede considerar un período de tiempo largo), aunque aún puede que disponga de algo de tiempo para hacer algo más que escapadas de fin de semana. Mis padres ya no se apañan bien solos y la memoria de mi padre es cada vez peor. Hoy le temblaba una mano mientras comíamos y yo pensaba si no sería el comienzo de la enfermedad de Parkinson. Si no es esto, será otra cosa, pero mi mundo se acaba. Cuando todo haya terminado, lo que quede será diferente, posiblemente ya nada importará. Será entonces cuando me convierta en una Tía Augusta sin su optimismo y su vitalidad. Simplemente una Tía Augusta caminando hasta que se apague la luz. Esos serán también viajes, pero serán otra cosa.


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