Cosas de las que no se puede escapar
El viaje a Londres no fue tan triste como temía, pero hay cosas de las que no se puede escapar: la tristeza me esperaba aquí, en casa. Por de pronto, mi padre ha perdido hoy definitivamente su permiso de conducir. Huir no sirve de nada.
Y sí, la primera cosa que hice en Londres fue mirar a escondidas, bajo un paraguas abierto, hacia la fachada de mi antiguo hotel. Una pareja que llegaba justo en ese momento llamó al timbre. Al cabo de unos instantes vi la puerta abrirse, pero no pude distinguir quien la estaba abriendo para dejar paso a los nuevos clientes. Es, tal vez, lo más cerca que volveré a estar de Danilo.
Y sí, la primera cosa que hice en Londres fue mirar a escondidas, bajo un paraguas abierto, hacia la fachada de mi antiguo hotel. Una pareja que llegaba justo en ese momento llamó al timbre. Al cabo de unos instantes vi la puerta abrirse, pero no pude distinguir quien la estaba abriendo para dejar paso a los nuevos clientes. Es, tal vez, lo más cerca que volveré a estar de Danilo.
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