Mezquindad

Hoy he leído como la viuda de Kapuscinski ha defendido públicamente la memoria de su marido, negando que hubiera pasado información valiosa a los servicios secretos polacos durante el período de la dictadura comunista. Por otro lado, aparecen nuevos comentarios, esta vez más críticos, acerca de la colaboración del periodista polaco con las antiguas autoridades comunistas de su país. Arcadi Espada escribe en su blog lo siguiente:

Por lo que se sabe hasta ahora su actividad consistió en la redacción de informes sobre los países que visitaba como corresponsal de la Agencia Nacional Polaca. Cobró por ellos y gozó del privilegio de ver mundo, grandísimo sin duda para cualquier persona sometida a la autofágica dictadura de los comunistas. Dado su oficio pudo haberse evadido con facilidad de la tiranía de su país; pero no lo hizo. El porqué es incierto. Aunque es evidente que llevaba una buena vida y tampoco estaba probado que ideológicamente se sintiera totalmente ajeno al comunismo.

Y añade, con un ojo puesto en la izquierda española, perdón, quería decir en "los caraduras", como él los llama:

Desconozco si su actividad produjo la ruina de alguien y el juicio moral que merezca su vida creo que rebasa las posibilidades, siempre ambiciosas, de esta columna. Por el contrario no tengo ninguna duda sobre la fibra de esos caraduras que recuperan el término "caza de brujas" para dar nombre a lo que vienen llamando (tan bellamente) memoria histórica, y que siempre se muestran tan prestos a distinguir, según se trate de lo propio o lo ajeno, entre el recuerdo y el regüeldo.


La divulgación de la noticia de la colaboración de Kapuscinski con las autoridades comunistas venía, desde el principio, acompañada de la aclaración de que el periodista "no delató a ningún compañero, ni proporcionó información útil a la policía secreta, según se desprende del expediente secreto que ayer publicó la revista Newsweek Polska. Como todos los corresponsales extranjeros de las agencias estatales de noticias de la Europa comunista, debía colaborar con los servicios secretos si quería salir del país. (...) "Durante su colaboración, se ha mostrado cooperador, pero no ha proporcionado a la GB [policía secreta comunista] informaciones interesantes", según escribió un agente en uno de los informes que aparecen en su expediente y en los que se dice que trabajó para los servicios secretos entre 1967 y 1972. Sin embargo, el periodista se limitaba a describir la situación política general de los países que visitaba. Tres documentos muestran que recibió dinero a cambio."

No sé que me ha molestado más, si su olvido de que las informaciones difundidas aclaraban que Kapuscinski se cuidó mucho de dañar la carrera o la vida de nadie, o la comparación de los proyectos de recuperación de la memoria histórica (por inoportunos que puedan resultar políticamente en la España de 2007) con la caza de brujas (auténtica) de los actuales gobernantes polacos. Me incluyo entre los caraduras que no comprenden que sea lo mismo la recuperación de los cadáveres que todavía yacen enterrados en fosas anónimas por toda la geografía española, o los intentos de honrar la memoria de TODAS las víctimas de la Guerra Civil, sin por ello perseguir en modo alguno a los verdugos (desde los franquistas a Santiago Carrillo) que el deseo de los hermanos Kaczynski de que se conozca (a mayor vergüenza suya) y/o pierdan sus puestos de trabajo los antiguos colaboradores comunistas.

Yo también deseo añadir una coda y hacer una última observación acerca de la "mal llamada caza de brujas en Polonia", y elegiré un fragmento procedente de la misma fuente usada por Arcadi Espada para la suya:

Los medios elegidos por los partidos de esos perdedores después de que ganaran la elección general en 2005 fue una gran purga. Se espera que la depuración, según las primeras estimaciones, afecte a 700.000 personas y demore 17 años en completarse. Se debía preparar y hacer pública una lista de nombres encontrados en los informes de los Servicios de Seguridad. Es más, era la obligación de cada una de las 700.000 personas que fueron objeto de la depuración declarar que no colaboraron con los servicios secretos. Quienes se negaban a hacerlo o presentaban una declaración falsa serían despedidos y se les prohibiría trabajar en su profesión durante diez años.

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