Aquelarre de idiotas en Pakistán

La Reina Isabel II acaba de otorgar el nombramiento de “Sir” al escritor Salman Rushdie. La noticia no ha gustado nada en Irán (no me extrañaría que éste haya sido uno de los motivos de la concesión, después del grave incidente de hace unos meses por la detención y exhibición en la televisión iraní de un grupo de militares británicos), ni tampoco en Pakistán. El Parlamento de este último país ha aprobado una declaración de condena. Según pública el diario “El País”, el ministro de Asuntos Parlamentarios, Sher Afgan Khan Niazi, llamó “blasfemo” a Rushdie y añadió:
"El título de 'sir' concedido por los ingleses a un blasfemo como Salman Rushdie ha herido los sentimientos de todos los musulmanes alrededor del mundo. Toda religión debería ser respetada. Pido que el Gobierno británico retire inmediatamente el título dado que está creando un odio religioso".

Otro inteligente y tolerante ministro, en este caso el de Asuntos Religiosos, un tal Sr. Mohamed Ijaz ul Haq (hijo del antiguo dictador del país, Zia ul-Haq), comentó por su parte: "Occidente está acusando a los musulmanes de extremismo y terrorismo", añadiendo que "si alguien explotara una bomba que llevara adosada a su cuerpo haría lo correcto a menos que el Gobierno británico pida disculpas y retire el título de 'sir' a Rushdie.” Mientras tanto, un grupo de manifestantes gritaba en las calles de Multán "¡Qué lo maten! ¡Qué lo maten!"


¿Está Occidente acusando a los musulmanes de extremismo y terrorismo? ¿De verdad? ¡Lo dirán de broma! De dónde íbamos nosotros a sacar tan equivocada conclusión...

Es prácticamente imposible que mi desagrado por las religiones, que roza ya el asco, sea mayor de lo que es. Digan lo que digan sus defensores, las religiones son un foco de ignorancia, prejuicio y violencia. Peor aún, son un manantial inacabable de estupidez. No dudo de que hay un fuerte componente político oculto tras una fachada meramente religiosa, pero se quiera o no se quiera la religión es en sí misma causa y parte fundamental de todos estos problemas, y la madre de las peores atrocidades. No me refiero solamente al islam, sino a las creencias religiosas en general. Me parece fundamental impulsar un tipo de pensamiento crítico y racional, capaz de enfocar todo desde otra perspectiva y de construir auténticas soluciones. La ciencia es no sólo mi principal esperanza, es en realidad la única auténtica esperanza.

Los errores políticos de Occidente son muy graves y es imprescindible una política más hábil, justa e inteligente, pero eso no es suficiente. Esos parlamentarios, ministros y manifestantes varios deberían gritar, insultar y amenazar menos, y leer y cambiar bastante más. Y deberían hacerlo deprisa. Por nosotros, pero sobre todo por ellos mismos. Por todos.

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