La demencia en el poder

Ni mis padres tienen "el poder" ni son exactamente "la demencia", pero pienso que nadie que no haya pasado por esta situación, con el requisito imprescindible de que dure y perdure pesadamente en el tiempo, puede entender lo que estoy viviendo yo. No sé qué es peor, si el grado de alejamiento de la realidad o su duración en el tiempo. A unos disparates les han sucedido otros, a estos les suceden otros, y a estos les sucederán otros. Lo que se siente es peor que cansancio y saturación: lo que se siente es desesperación. Están radicalmente alejados de la vida, y me alejan a mí, que debo permanecer junto a ellos, intentando achicar agua de la nave, sin que ellos sean capaces de entenderlo ni de dejar de hacer la operación contraria.

Eso es lo que me parece, cuando miro el todo de la cuestión, lo peor: la decrepitud es dirigirse hacia la nada por los márgenes del camino de la vida.

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