Soy de esas personas que jamás entendió la vida. Me senté a esperar en vez de vivir. ¿Pero qué podía hacer? Antes, al menos, esperaba contigo. Ahora espero en soledad, sin el amor de mi vida, sin tu ternura. En realidad, ahora sé con certeza que no espero nada, sólo marchar en silencio contigo cuando llegue el momento, lo que quiera que esto sea. Te quiero, mamá. Sólo le pido a Dios, si existe, que te haga feliz donde quiera que estés, y que me permita a mí un día saber que es así. En ese caso, aunque no vaya al cielo, no podré estar en el infierno.

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