Finalmente, atrapado
Por alguna maligna voluntad expresa, que por fuerza tiene que existir, había acumulado más billetes de avión para estos meses de otoño de lo que me es habitual. Roma, Florencia, Nápoles y Pompeya, un pequeño viaje a Italia, eran los objetivos inmediatos. Por obra de esa maligna voluntad expresa, debía llegar a Roma el día y a la hora en la que me hallaba en el cementerio diciéndote adiós a ti. ¿No es irónico?¿No es una experta en crueldad la mente que guía mi destino y se ocupa diligentemente de mí para demostrar su virtuosismo con golpes de efectos como este?
Luego me esperaban otros viajes y otros destinos, más que en otras ocasiones: Amsterdam, Milán, París, Atenas... Y estaba listo para más, si podía. Para bastante más.
Ahora estoy atrapado. Temía quedarme sin la posibilidad de viajar, y ya es cosa hecha. Supongo que lo que deseaba era escapar mientras aún podía, pero ahora ya no será posible.
Aunque en realidad ni siquiera me importa. Sin ti, viajar (nunca creía que lo dijera) no me importa absolutamente nada. Mejor así. Papá necesita ayuda las 24 horas. Espero lograr encontrar a alguien que me sustituya por las mañanas, cuando yo tenga que reincoporarme a mi puesto de trabajo, pero el resto del tiempo habré de estar yo allí. Encerrado horas y horas, precisamente con él.
Ya sólo quedan los libros. Y ni ellos importan ya.
Luego me esperaban otros viajes y otros destinos, más que en otras ocasiones: Amsterdam, Milán, París, Atenas... Y estaba listo para más, si podía. Para bastante más.
Ahora estoy atrapado. Temía quedarme sin la posibilidad de viajar, y ya es cosa hecha. Supongo que lo que deseaba era escapar mientras aún podía, pero ahora ya no será posible.
Aunque en realidad ni siquiera me importa. Sin ti, viajar (nunca creía que lo dijera) no me importa absolutamente nada. Mejor así. Papá necesita ayuda las 24 horas. Espero lograr encontrar a alguien que me sustituya por las mañanas, cuando yo tenga que reincoporarme a mi puesto de trabajo, pero el resto del tiempo habré de estar yo allí. Encerrado horas y horas, precisamente con él.
Ya sólo quedan los libros. Y ni ellos importan ya.